(Por Alejandro (Alejo) Paz Managing Partner Mexico and Andean Countries – NUMAN) Todo el mundo anda hablando de la inteligencia artificial, pero, ¿estamos teniendo la conversación de verdad? ¿La que trata sobre cómo se sienten las personas en nuestras empresas? Para muchos colaboradores, hay un nudo en el estómago en este momento, y empieza a hablarse de FOBO, o en español: miedo a volverse obsoleto, pero en el fondo se reduce a una pregunta humana y simple: “¿Un robot o una automatización me va a quitar el trabajo?”.
Honestamente, no es una pregunta descabellada. Una encuesta global mostró que casi la mitad de los empleados están preocupados por la seguridad de su trabajo debido a la implementación de la IA en diferentes sectores e industrias. Pero esto no es solo un problema tecnológico; es un problema de personas, y está afectando a nuestros equipos ahora mismo.
Esto es especialmente relevante en países como México, donde, según datos de entidades de gobierno, el 54% de la población trabajadora es informal y el 99% de las empresas son pequeñas y mediana, sin decir que en el resto de Hispanoamérica el panorama es similar.
La automatización y la IA están transformando la composición del trabajo, ya que en una planta de producción y en nuestras operaciones diarias, esto no es solo un titular; es una realidad diaria. La automatización está cambiando el trabajo, y las habilidades que valoramos por años de repente se están reevaluando y este miedo está siendo alimentado por lo que la gente ve: tareas que antes se hacían manualmente ahora se automatizan.
Y no se trata solo de un tipo de trabajo; estamos viendo cambios importantes en servicio al cliente, logística y roles administrativos. Lo que es realmente revelador es que esta ansiedad afecta a todos por igual, desde el que acaba de empezar la semana pasada hasta el veterano de 20 años en su compañía. Nadie se siente completamente tranquilo.
Esto nos lleva al problema real: la brecha de habilidades. Un tema que está en la agenda de los directivos de compañías y áreas de recursos humanos, ya que para seguir siendo relevantes, se necesita una nueva caja de herramientas: algunas habilidades tecnológicas, pero, más importante aún, habilidades humanas como el pensamiento crítico y la capacidad de adaptarse en momentos de cambios.
Nos dicen que necesitamos capacitar a la mitad de nuestra fuerza laboral en los próximos años, pero eso es más fácil decirlo que hacerlo, especialmente con los trabajadores de más experiencia. Y también hay que decirlo, la inversión en capacitación a veces no está en el primer renglón del presupuesto.
El riesgo emergente: Tecnoestrés al adaptarse a la IA y automatizaciones
Además, está la otra cara de la moneda: el Tecnoestrés. Es el puro agotamiento de intentar mantenerse al día con todas estas nuevas herramientas, nuevos sistemas, un nuevo todo.
Cuando ya estamos estresados por diferentes factores (económicos, familiares, macro, geopolíticos), la idea de aprender sobre IA se siente menos como una oportunidad y más como una amenaza.
No podemos simplemente soltar nueva tecnología y esperar que la gente esté bien con eso, ya que puede llevar a jornadas más largas, a una sensación de ser vigilado y a un agotamiento laboral grave.
Entonces, ¿cuál es el siguiente movimiento? Este es el momento de RR. HH.
Aquí es donde los líderes en recursos humanos, operaciones y CEOs, tienen que dar un paso al frente y ser los traductores, los coaches. Como directores, el trabajo es cerrar la brecha entre el impulso de la empresa por la tecnología y la necesidad de estabilidad de nuestros equipos, y claro está, ser conscientes de que se puede o no implementar.
Primero, tenemos que ser directos con las personas. Nada de jerga corporativa o promesas vagas, en su lugar, necesitamos un plan de juego claro sobre cómo se va a usar la IA y compartirlo con claridad. La conversación tiene que ser sobre cómo estas herramientas ayudarán a los equipos a deshacerse de las partes aburridas de su trabajo para que puedan enfocarse en lo que realmente importa, no solo sobre cómo la empresa va a ahorrar dinero o ser más “productiva”. Si la gente confía en ti, te escucharán; si no, asumirán lo peor.
Segundo, se tienen que dar las herramientas para defenderse. Una vez que se ha abierto las líneas de comunicación, hay que invertir en la gente y esto significa capacitación real, no solo un webinar de una sola vez, ayúdalos a construir esa mezcla de habilidades tecnológicas y humanas.
Necesitamos crear un espacio donde esté bien experimentar, probar cosas con estas nuevas herramientas, e incluso equivocarse, así es como ocurre el aprendizaje real. Una buena práctica es empezar desde la misma operación, es decir, ubicar el recurso que tiene más cercanía y gusto con la tecnología, que impregne ese entusiasmo entre sus compañeros desde lo más mínimo hasta generar proyectos que realmente se necesiten e impacten positivamente.
A veces pensamos en los mega proyectos tecnológicos, pero hemos visto como fallan al llegar al piso de operación, porque no se entendió realmente la necesidad.
Finalmente, necesitamos construir un lugar de trabajo que no solo sobreviva a este cambio, sino que se fortalezca con él. Eso significa proteger a los equipos del agotamiento, es decir, necesitamos establecer límites claros en el equilibrio entre la vida laboral y personal.
Solo porque la tecnología esté siempre encendida no significa que las personas deban estarlo, y tenemos que usar la IA para realmente ayudar a nuestros colaboradores, tal vez detectando las primeras señales de agotamiento o personalizando el desarrollo, no solo para rastrear cada uno de sus movimientos.
Conclusiones clave
Al final del día, cómo se desarrolle esta historia de la IA no es un hecho. Es una elección. Es nuestra responsabilidad y la de los líderes en el campo, asegurarnos de que estamos construyendo un futuro que no solo sea más eficiente, sino también más humano.
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