Con pasión por la sostenibilidad, Gabriela Guzzo, Senior Commercial Manager en GENNEIA, ha dedicado su carrera a la transición energética y el desarrollo de energías renovables.
En sus más de 20 años de experiencia trabajando para empresas líderes como Accenture, Genneia, Coca Cola Femsa y Loma Negra, Gabriela desarrolló habilidades en planificación estratégica, cadena de suministro, gestión energética y prácticas sostenibles.
Además, se destacó y destaca por fomentar equipos colaborativos, inclusivos y de alto rendimiento.
Actualmente, lidera la comercialización de energía renovable y certificados de reducción de CO2 en Genneia, reduciendo la huella de carbono de la región.
Interesados por conocer su visión y entendimiento de la industria, conversamos con Gabriela en el marco del Ciclo de Entrevistas a Mujeres Líderes Industriales.
¿Podrías compartir un par de experiencias laborales que te hayan impactado especialmente desde lo personal y profesional?
A lo largo de mi carrera, una etapa clave fue mi paso por Loma Negra, donde desempeñé múltiples roles gerenciales que definieron mi perfil profesional.
Comencé en la unidad de Hormigón Elaborado (Lomax) como responsable comercial y luego me desarrollé en áreas de Planificación Estratégica, hasta asumir la Gerencia de Planificación Estratégica y Control de Gestión. Desde allí, lideré proyectos de inversión en ampliación de capacidad productiva y reconversión energética de los hornos de cemento.
Tras la adquisición de Loma Negra por Camargo Correa, asumí la Gerencia de Supply Chain, con foco en generar sinergias y optimizar costos a nivel regional.
Uno de los desafíos más exigentes fue definir la estrategia de combustibles y la matriz energética de la compañía en Argentina, en un contexto de alta volatilidad regulatoria y de costos.
Otra experiencia profundamente transformadora fue en Recycomb, una empresa de economía circular. Liderarla significó involucrarme en todos los aspectos del negocio: desde lo operativo hasta lo humano.
En esta etapa de mi vida profesional, descubrí mi pasión por la sostenibilidad, entendiéndola como una práctica transversal que exige coherencia entre los valores, las decisiones y los resultados.
Durante esta etapa crié a mis 2 hijos (que ahora tienen 20 y 18 años), convirtiéndose en un gran desafío poder conseguir un equilibrio personal y profesional.
Al trabajar en una industria muy masculinizada, donde éramos pocas mujeres en posición de liderazgo, el rol de ser madre no era algo que pudiera manifestarse abiertamente. Hoy, 20 años después, veo cambios muy significativos en la industria en torno al tratamiento de esta temática.
Mi paso por Accenture me permitió incorporar una mirada sistémica y multicultural, al liderar proyectos de transformación organizacional en diversos países de América Latina y Europa, y en Estados Unidos.
Fue una etapa que fortaleció mi empatía y capacidad de adaptación frente al cambio y mi pasión por la articulación de equipos diversos e inclusivos.
A lo largo de tu carrera, ¿hubo algún mentor o referente que haya influido especialmente en tu manera de liderar y tomar decisiones?
Tuve la suerte de cruzarme con personas que dejaron huella en mi manera de liderar. Una de ellas es Sofía Vago, presidente de Accenture Argentina. Me enseñó que tomar decisiones difíciles no implica perder la sensibilidad, y que liderar es, sobre todo, construir confianza en los equipos.
También aprendí mucho de colegas varones en sectores tradicionalmente masculinos, que supieron valorar la diversidad y promover el talento sin sesgos.
Además, al participar en redes de mentoría, encontré inspiración en líderes como Cecilia Giordano, Andrea Grobocopatel y Andrea Heins, quienes han sido referentes para mí, por su compromiso con el liderazgo inclusivo.
Como comentabas, previo a tu llegada a GENNEIA estuviste trabajando en el ámbito de la consultoría, en Accenture. ¿Cómo fue tu transición al sector industrial y qué aprendizajes del mundo de la consultoría pudiste aplicar en la actividad industrial?
La transición fue fluida, ya que venía de una experiencia previa muy sólida en la industria. La consultoría me aportó herramientas analíticas y una visión integral del negocio que resultaron claves al volver al sector industrial.
Pude aplicar rápidamente metodologías para liderar equipos diversos, implementar mejoras con foco en resultados, y generar ambientes de trabajo más colaborativos y dinámicos.
Además, el ritmo acelerado de la consultoría me preparó para responder con agilidad a entornos altamente exigentes y multiculturales.
¿Cómo fomentás el desarrollo profesional y el liderazgo en las nuevas generaciones, especialmente entre las mujeres jóvenes interesadas en sostenibilidad y energía?
Me involucro activamente en iniciativas como AMES (en donde participo de la comisión directiva y soy la tesorera) y WENERGy. En el pasado participé de otras redes de acompañamiento a jóvenes profesionales, como Voces Vitales.
Desde mi rol en Genneia, promuevo el mentoring individual y la participación de mujeres en proyectos estratégicos.
En mis diferentes roles busqué impulsar prácticas para diversificar los equipos técnicos. Solicitando en búsquedas de profesionales que al menos CVs de la terna finalista fuera de una mujer.
Esa pequeña acción generó, por ejemplo, en Recycomb (una empresa conformada 100% por hombres) un gran impacto y permitió abrir espacios que antes no se contemplaban para mujeres.
Creo que visibilizar referentes y habilitar espacios de voz es fundamental para construir una industria más equitativa.
¿Qué recomendaciones le darías a una joven que está interesada en desarrollarse profesionalmente en el sector energético?
Les diría que se animen, que estudien, que se involucren, aunque sea en proyectos pequeños al principio. Que hagan preguntas, construyan redes, y no teman al error.
El sector energético está en plena transformación: requiere talento nuevo, compromiso y visión interdisciplinaria.
En Argentina hay muchísimo por hacer y eso representa una oportunidad única para quienes estén dispuestas a ser protagonistas del cambio.
¿Qué desafíos creés que enfrentan actualmente las mujeres en posiciones de liderazgo dentro del sector energético y qué cambios ves necesarios para avanzar hacia una mayor equidad?
Por un lado, el rol del cuidado ya sea a niños o a adultos mayores de la familia recae mayormente en las mujeres, esto es un hecho, y se convierte muchas veces en la principal limitante para el crecimiento profesional de las mujeres. Lo que impacta directamente en la baja representación en roles de decisión.
Por otra parte, persisten sesgos inconscientes, que muchas veces cuestionan más nuestras capacidades técnicas o de liderazgo.
Para avanzar hacia una mayor equidad es necesario promover políticas activas de inclusión, formación en liderazgo diverso y, sobre todo, trabajar sobre la cultura organizacional.
La diversidad bien gestionada no es solo justa, es estratégica.
¿Cuáles son las mejores prácticas para fomentar el desarrollo de equipos colaborativos, inclusivos y de alto rendimiento?
Desde mi punto de vista, las bases son la escucha activa, la claridad en los objetivos y la construcción de confianza. Creo profundamente en liderar con propósito y dar sentido al “para qué” de cada tarea.
El rol del líder es ponerse al servicio del equipo, empoderarlo, generar espacios de seguridad psicológica y fomentar que cada persona aporte desde su singularidad. Así se construyen equipos de alto rendimiento, capaces de innovar y adaptarse al cambio.
¿Cómo trabajas la concientización y formación de equipos internos y comunidades sobre prácticas sostenibles y economía circular?
En los últimos roles que me tocó liderar, la sostenibilidad era el principal propósito. Tanto en Accenture, Genneia como Recycomb (Loma Negra) impulsé a los equipos a trabajar la sostenibilidad de manera transversal. No como una función aislada, sino parte del ADN del negocio.
Realizamos talleres internos, trabajamos con clientes y proveedores en acciones concretas de descarbonización e iniciativas de economía circular.
La clave está en integrar la sostenibilidad en toda la cadena de valor, generando conciencia, pero también acción concreta.
¿Qué rol juega la innovación tecnológica en los proyectos de sostenibilidad que liderás o acompañás?
La innovación es esencial. En Genneia, en nuestros proyectos solares y eólicos aplicamos tecnología para maximizar eficiencia, detectar fallas tempranas y tomar decisiones basadas en datos.
¿Podés compartir algún ejemplo concreto?
Un ejemplo concreto es la trazabilidad digital de la energía renovable mediante certificados, que permite a los clientes conocer su impacto ambiental y participar en mercados como el de créditos de carbono.
Esta transparencia tecnológica potencia la sostenibilidad y la competitividad dándole herramientas claras a las empresas para implementar en su recorrido sostenible.
¿Cómo ves la evolución de la matriz energética en Argentina y qué papel juegan las energías renovables en este proceso?
Argentina tiene un enorme potencial en renovables, particularmente en eólica y solar. La transición ya comenzó, pero requiere continuidad, marcos regulatorios claros y financiamiento adecuado.
Las energías limpias no solo diversifican la matriz, sino que promueven el desarrollo regional, el empleo y la posibilidad de exportar energía o hidrógeno verde.
Empresas como Genneia están liderando esta transformación, pero es un camino que debe ser colectivo.
¿Qué importancia tiene la colaboración entre el sector público y privado en el desarrollo de proyectos de energía sostenible y cómo se ha materializado en tu experiencia?
La cooperación entre el sector público y privado es fundamental para el desarrollo de proyectos sostenibles. Se necesitan marcos regulatorios estables, incentivos y visión de largo plazo.
En mi experiencia, cuando ambas partes logran alinear objetivos y trabajar con propósito compartido, los resultados se multiplican: se generan inversiones, empleos y soluciones que benefician a toda la sociedad.
¿Hacia dónde imaginás que evolucionará el mercado energético en los próximos años?
Imagino un mercado más descentralizado, digital e interconectado. Donde los consumidores tengan un rol activo, la trazabilidad sea la norma, y la tecnología permita gestionar la energía con inteligencia.
El almacenamiento, la electrificación de la industria y los certificados de origen serán clave.
Las empresas que se adapten rápidamente, que colaboren con otros actores del ecosistema y que integren innovación con propósito serán las que lideren esta nueva etapa.